Como veíamos en Mi hijo es violento conmigo, la violencia de los hijos hacia los padres es un problema serio que afecta a toda la familia por completo. En esta ocasión abordamos con algo más de detenimiento algunos aspectos del tratamiento de la violencia de los hijos hacia los padres.

El mensaje de la violencia

Cuando un adolescente se muestra violento con su familia está queriendo dar un mensaje. Es tarea del terapeuta y de la familia, incluido el adolescente, trabajar para comprender. ¿Qué está queriendo decir? ¿A quién se dirige? Es importante hacer explicito ese mensaje. ¿Es una forma de pedir ayuda? ¿Necesita atención? O ¿Está pidiendo un espacio propio? La terapia para adolescentes, permite trabajar con el adolescente por un lado, y con los padres por otro, para descifra ese mensaje. Es un trabajo en equipo que la profesional va armando para dar un sentido a la violencia juvenil.

En general, suelen ser mensajes confusos dirigidos a los adultos. Para los padres es bastante difícil comprender este mensaje pues está cargado de contradicciones. Por una parte está la violencia manifiesta “aléjate si no quieres que…”. Por otra parte está la necesidad, menos explícita, de que el adulto esté cerca. Los padres no saben a qué parte responder. ¿A la parte adulta de su hijo que exige autonomía? ¿A la infantil que se muestra frágil? O ¿A la amenaza? Por que un adolescente violento amenaza, grita, rompe objetos y puede incluso agredir.

Curar las heridas

El hijo se comunica de manera violenta. Se daña a sí mismo y a los padres. Los padres se encuentran dolidos, ya no solo porque su hijo no es el niño que era y por no reconocerle como adolescente. Están dañados por la violencia, lo que les lleva a defenderse, muchas veces dañando. El círculo vicioso no se puede parar. Después de las peleas es complicado que las heridas cicatricen y estar preparados para ayudar al hijo. Por eso es importante contar con la terapia para padres para ayudarles a resistir y afrontar la situación.

Frenar la violencia con palabras

Se debe tener presente que si se usa la violencia como forma de comunicación es por que están fallando, entre otras cosas, las palabras. Por eso es fundamental fomentar el uso de las palabras y el diálogo como alternativa a los actos violentos. La terapia es el espacio en el que, cuando baja la tensión, se ponen palabras a los actos violentos. La terapia es un espacio en el que se fomenta y se trabaja para que los miembros de la familia se escuchen y comprendan lo que cada uno pone en esa dinámica familiar.

La comunicación en la familia

Es tarea del psicólogo ayudar a los miembros de la familia a buscar formas alternativas de expresarse. Formará parte de la terapia ayudar a la familia a mejorar su comunicación para que puedan expresar lo negativo: el odio, la humillación, la frustración o el dolor ante el fracaso de manera menos dañina para todos. Y también lo positivo: el cariño, el orgullo o la alegría.

Sería una generalización pensar que se tiene que cambiar todo en la familia cuando existe este tipo de violencia familiar. Es frecuente que la espiral de violencia atrape a la familia impidiéndoles ver los aspectos positivos que tienen. Seguramente hay muchas cosas buenas en cada uno de ellos y en sus relaciones que habrá que visibilizar.

Mejorar la comunicación entre padres e hijos tendrá beneficios que repercutirán en las relaciones familiar

Los límites y las normas

Además de la comunicación las normas y los límites también están fallando. Es muy difícil establecer normas y límites cuando hay violencia del hijo sobre los padres. Estos sienten que no tienen autoridad y que los hijos hacen lo que quieren. De ahí sentimientos de impotencia y fracaso en relación a sus funciones parentales. Por lo general las normas se viven como formas de control e imposición de la voluntad del otro.

El tratamiento ayudará a padres e hijos para que puedan respetarse las normas y los límites, dentro y fuera del hogar. No es raro que los padres se encuentren confundidos cuando tienen que poner normas o negar algo a su hijo. Es importante trabajar con todos para comprender el lado protector de los límites. Cuando se ponen límites a los hijos también se les está cuidando y protegiendo de ciertas situaciones peligrosas para ellos. Además son necesarias para poder vivir en sociedad y crecer de manera saludable.

Si estás leyendo estas líneas y tienes un hijo violento en casa recuerda que aun le puedes ayudar. Gracias a la terapia para adolescentes y a la terapia para padres la situación puede cambiar. Merece la pena frenar la violencia para que viváis mejor, tanto él, como el resto de la familia.