Los años terminan y empiezan con encuentros familiares. La familia es el telón de fondo de las fiestas navideñas y es por eso por lo que resultan complicadas para muchas personas.

Socialmente las Navidades se asocian a reuniones familiares. La publicidad ha tenido y tiene un papel importante en el imaginario que construimos entorno a estos días. Múltiples son los anuncios de familias cenando o de reencuentros entre familiares, especialmente entre madre e hijo.

La proximidad con lo familiar y la complejidad que conllevan los vínculos en la familia pueden atragantarnos las Navidades. Es probable que, si se tienen conflictos familiares no resueltos, no digeridos, las celebraciones en familia no se puedan disfrutar. Cuando hablamos de conflictos familiares nos podemos referir a una gran variedad de situaciones, desde evidentes malas relaciones hasta conflictos enquistados, silenciados, hasta situaciones que nos cuestan sobrellevar y nos perturban internamente.

Entre las muchas y variadas situaciones que nos pueden dificultar las fiestas estos días se encuentran las ausencias de los seres queridos. Estos días se hace más evidente la ausencia de los que han fallecido y estar en familia se puede convertir en una terrible vivencia de la ausencia de los que no están más que en un encuentro con los que quedan. Es esperable que las primeras festividades después del fallecimiento de un ser querido sean complicadas por extrañarles, y aunque nunca les dejamos de recordar es esperable que si se realiza la elaboración del duelo se pueda seguir disfrutando de estos días con el resto de la familia.

Además de la confrontación con los duelos pendientes las Navidades nos confrontan con el paso del tiempo. En la consulta es frecuente escuchar entre los adultos que no les gustan las Navidades, o que las Navidades les gustaban cuando eran niños, pero ya no. Este tipo de expresiones parecen hacer alusión a la dificultad para poder ilusionarse con estos días una vez que se es adulto. Mientras fuimos niños las Navidades nos eran dadas, los mayores decían dónde y con quién se celebraban estos días, pero una vez que crecemos tenemos por delante la posibilidad de elegir cómo y con quién pasar estos días.

Quizás estas Navidades no estén siendo fáciles para ti y estés deseando que pasen de forma fugaz. Quizás desearías dormir y despertar el 7 de enero pensando que las Navidades han sido un mal sueño del que es posible despertar. Si esta es tu situación y no quieres volver a verte en la misma situación pasados 11 meses, puedes transformar tu malestar en un propósito, comprender qué te pasa a ti con tu familia para poder elegir y vivir la relación con ellos de otra forma.