Los niños también sufren
«Nacemos en dos veces, una para existir y otra para vivir» F. Dolto
A pesar del reconocimiento y de la importancia que se le da a la infancia hoy en día, en comparación con otras épocas, existen muchas ideas erróneas sobre ella. En muchas ocasiones los adultos la idealizan. Piensan que los niños son felices, se dedican a jugar y no tienen preocupaciones. A veces, se suelen normalizar las dificultades de los niños y se cree que con el tiempo se pasarán. Sin embargo, los niños y las niñas también sufren y a veces ese sufrimiento se alarga en el tiempo. Hablar de la infancia implica hablar de emociones, no solo de alegría, también de rabia, tristeza, celos, frustraciones, impotencia… Implica hablar de la dependencia que los niños tienen de los adultos, de los retos que acompañan al crecimiento y de la complejidad de las relaciones y del desarrollo de la personalidad.
Es bastante popular la idea de que los primeros años de la vida serán claves e influirán de alguna manera en el futuro adulto. Ayudar a un niño que lo está pasando mal es darle la oportunidad de aprender sobre sí mismo, sobre los demás y aliviar su malestar. Darle la oportunidad de que sea un adulto maduro y con recursos para afrontar la vida.
Los niños y las niñas tienen preocupaciones y muestran sus dificultades y su malestar como pueden. A ellos también les gustaría que algunas cosas cambiaran y el hecho de que sean como son les hacen sufrir. Una de las diferencias con el adulto que acude pidiendo ayuda es que al niño le traen sus padres.
Cuando los padres deciden traer a su hijo a consulta es porque existe una preocupación por el hijo. Esa preocupación puede haber surgido desde el colegio, desde otro familiar o desde ellos mismos. Es posible que vean que su hijo no está bien desde hace tiempo. Seguramente le han intentado ayudar anteriormente sin mucho éxito. Se sienten desbordados. Puede que su hijo tenga dificultades en el colegio, que le cueste aprender, que se distraiga, que desafíe a los profesores o a los compañeros… Puede que los problemas se den en casa, con los hermanos, con el padre o la madre… Puede que tenga problemas con la alimentación, el sueño o el control de esfínteres… Quizás sienten que su comportamiento sea incontrolable. Quizás su hijo les ha dicho algo que les ha impresionado, preocupado, algo que no entienden y ha encendido todas las alarmas. Sea lo que sea, su hijo o hija está queriendo decirles algo. Todo lo que está haciendo tiene un sentido. Les está mandando un mensaje que juntos tendremos que poder aclarar para ayudarle.
Es verdad que la familia es muy importante en la vida del hijo pero no todo lo que le pasa al hijo depende de los padres o de los hermanos. Para ayudar al niño con su sufrimiento es fundamental conocer qué hace el niño con las expectativas, con las ilusiones y con los mensajes de las personas que le rodean. Es necesario que el niño cuente con un espacio propio para poder trabajar sobre cómo maneja los mensajes que los demás le dan.
¿Cómo trabaja un psicólogo infantil? ¿Qué hace un niño durante una sesión de terapia? Partiendo de que el niño expresa su malestar, su dolor y sus dificultades de una manera al adulto se le facilitan diferentes materiales para que se exprese. Objetos como papeles y rotuladores para dibujar, juguetes para jugar, plastilina para moldear o su cuerpo para moverse, la ayudarán a comunicarse con la terapeuta. ¿Significa esto que el niño va al psicólogo a jugar ? Es verdad que durante la terapia los niños juegan, pintan, moldean figuras… pero no solo están jugando o pintando, están realizando un trabajo psíquico. A través del juego el niño cuenta lo que le pasa y también elabora su sufrimiento. Como cada niño es diferente y único cada uno usará esos elementos de una manera diferente. ¿Qué hace mientras la terapeuta ? Lo primero que hace la terapeuta es introducirse en su mundo para escuchar lo que el niño cuenta, su malestar, sus emociones y comprender lo que está contando. ¿Qué le preocupa a él?, ¿lo mismo que a sus padres?, ¿otras cosas?, ¿en qué quiere que le ayude?
Poco a poco, la terapeuta le irá ayudando a traducir su lenguaje al de las palabras. Le ayudará a comprender y dar sentido a lo que le pasa. Le ayudará a comprender sus relaciones, su entorno y a sí mismo. La ayudará a situarse de una manera diferente ante las cosas que le pasan, ante sus deseos y sus relaciones. Le ayudará, a través de su juego, a buscar alternativas, a abrir otros caminos posibles, diferentes y creativos, que le ayuden a salir de su conflicto. Le ayudará a generar nuevos recursos mentales, nuevas herramientas para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana.