¿Hay alguien que no ha discutido nunca con su pareja? Cuando las peleas en la pareja forman parte del día a día hacen que la relación se debilite.

Hay parejas que piden ayuda porque las peleas y discusiones forman parte de su rutina, de la forma que tienen de relacionarse. Por lo general estas situaciones llevan mucho sufrimiento asociado, sentimientos de frustración, de desencuentro, de las que es difícil salir. Se va creando un poso de rencor. A pesar de desear estar con su pareja de una manera diferente parece que están en un círculo vicioso del que les es difícil salir. Cada uno se suele colocar en un postura, que simboliza su propia valía, y la defiende de manera más o menos activa.

Es entonces cuando surge el dilema. ¿Quién cede?

En este clima de conflictos ceder se asocia a debilidad, a ser menos fuerte, menos valioso… También es posible que uno de los dos suela ceder y se sienta mal por ello, sin derecho a defender su punto de vista o sus emociones. Sea como sea, lo que parece es que es imposible vivirlo como un acuerdo mutuo que hacen entre las dos personas para estar bien juntas.

En muchas ocasiones algún miembro de la pareja puede llegar a reconocer que puede «discutir por tonterías», por motivos que luego se olvidan. Después de tomarse un tiempo para reflexionar y con ayuda de un profesional, los miembros de la pareja pueden tomar conciencia de que realmente hay cosas más profundas que les están preocupando cuando inician o mantienen esas discusiones. Tienen sentimientos, miedos, preocupaciones, necesidades, que no se están pudiendo expresar de otra manera. Quizás frustraciones personales o preocupaciones laborales que encuentran salida con la pareja.

Pasada la tormenta, cuando llega la calma, se puede pensar sobre lo ocurrido.

Entonces es común encontrarse con que uno de los dos quería que el otro atendiera una necesidad suya, le ayudará, tuviera en cuenta sus sentimientos… Alguno de los dos suele pensar, «si el otro me quiere tanto como me dice, porqué no me da lo que le pido». El hecho de que no se lo de, le hace sentir engañado y frustrado.

Poco a poco, y gracias a la psicoterapia, las personas pueden darse cuenta de que la manera en la que se está expresando o está pidiendo lo que necesitan en lugar de acercarles les aleja de su pareja. Sin darse cuenta, aun que intentan acercarse, el efecto que consiguen es el contrario. La actitud que se va adoptando en la relación, de protesta y de queja, en lugar de acercarles, les está alejando.

En la terapia se hace necesario pensar sobre cómo se está pidiendo ayuda en la pareja y cómo se quiere pedir; qué significa para cada uno ser ayudado; qué significa renunciar a ciertas ideas o posiciones personales para cada miembro de la pareja.

Cada relación pareja nos muestra el baile entre dos personas. En el momento en que uno de los dos cambie un paso, cambia el baile. Pero ¿quién empieza? La terapia puede ser una buena manera de empezar a cambiar.

¿Os animáis a cambiar vuestro baile?