Se habla y se escribe mucho sobre la adolescencia. Existen muchísimos libros que abordan esta etapa tan complicada de la vida. Libros que ayudan a los padres a comprender a sus hijos adolescentes. Pero ¿qué les pasa a los padres de los hijos adolescentes?

Ellos quieren comprender a sus hijos pero ¿se entienden a ellos mismos? De los padres con hijos adolescentes se habla y se escribe menos. Parece que los padres deben aprender a relacionarse con su hijo adolescente sin pensar en ellos mismos. Como vamos a ver, las dificultades no provienen únicamente del adolescente. Ellos también sufren y, mucho, por cierto. Veamos de donde proviene su sufrimiento.

Los padres y madres con hijos e hijas adolescentes sufren principalmente por tres motivos:

Por su propia adolescencia. ¿Qué significa esto? La adolescencia de su propio hijo les hace revivir su propia adolescencia. Lo que quedó sin resolver vuelve a través de las vivencias de su hijo. Les recuerda y les confronta cómo eran ellos siendo adolescentes, cómo era la relación que ellos tenían con sus padres, si eran obediente o desobedientes, con su sexualidad, con sus amistades…

Puede haber padres que sin darse cuenta, inconscientemente, quieren que sus hijos hagan lo que ellos no pudieron hacer. Quieren que se enfrenten a la autoridad, a los profesores, que tengan la libertad que ellos no pudieron disfrutar. Puede darse la situación contraria y no permitir que hagan algo que ellos no hicieron. Entonces escuchamos a los padres decir «yo no era así a su edad».

Por las nuevas demandas y exigencias a las que se ven expuestos. En la medida en que su hijo crece surgen nuevas preguntas, nuevas situaciones en relación con su hijo. Situaciones para las que parece que no sirven las respuestas que daban antes. Antes sentían que lo sabían todo y ahora parece que no saben nada. Es duro y difícil pasar esta incertidumbre.

Los padres de un adolescente no son los padres de un niño. Antes su hijo estaba orgulloso de ellos. Ellos de los logros que conseguía su hijo. Se vivían como logros propios. Ellos eran los modelos de sus hijos. Ahora, no. Ahora el hijo se fija en otras personas. Ya no quiere que sus padres sean su modelo a seguir. Es más, los critican. Estas situaciones son cotidianas, dolorosas e incluso insoportables para muchos padres que viven el crecimiento como una amenaza.

Por la propia pérdida de su juventud. Es innegable que según crece su hijo ellos se hacen mayores. Se empieza a entrever su propia vejez. Tras el crecimiento de los hijos los padres sufren por la pérdida de su propia juventud. También empieza una nueva etapa para ellos sobre la que es conveniente que reflexionen.

Tras los enredos familiares entre padres e hijos adolescentes se encuentran padres asustados. Padres con dificultades para afrontar su propia vida como individuos, como pareja… Mientras discuten sobre cómo su hijo vive su juventud se evita ver que a ellos se les escapa la suya.

¿A qué les puede ayudar un profesional?

Principalmente a:
Diferenciar entre sus propias vivencias adolescentes y las de sus hijos. Poder diferenciarse de su hijo es fundamental para ayudarle a crecer. Su hijo no tiene que hacer lo mismo o lo contrario que hicieron ellos. Poco a poco su hijo pasa a ser una persona con un criterio y una vida propia.

Darles recursos y habilidades suficientemente buenos. Con ellos podrán dar respuesta a las nuevas situaciones con las que se encuentran.

Reflexionar sobre su propia vida. Puede que se hayan centrado durante años en el cuidado de sus hijos descuidándose a sí mismos. Toca pensar e ilusionarse con su propio proyecto vital.

Como se puede ver no se trata únicamente de que los padres soporten al hijo adolescente. No se trata de esperar a que pase esta dura etapa. En la terapia con padres se les ayuda que ellos favorezcan el crecimiento de su hijo. Se trabaja con ellos para que puedan ir desprendiéndose de su mirada negativa. Para que puedan transmitirle una imagen positiva y sincera de su crecimiento. Su hijo necesita verse creciendo en la imagen que sus padres le transmiten. No le ayuda que le vean como un eterno niño pequeño.

Todo esto se hace en un espacio de escucha respetuoso en el que no se juzga ni cuestiona a los padres. Está claro que los padres lo hacen lo mejor que pueden. Pero en ocasiones el sufrimiento que la adolescencia de su hijo despierta, hace necesario contar con un profesional que les acompañe en este tramo de su vida. Si queréis os acompaño.